La muerte de Stalin
Por Francisco Xavier Lopez.
Armando Lanucci, director de In the Loop regresa a la pantalla grande con otra historia llena de humor despiadado hacia la clase política mundial.
Con poco rigor histórico, la cinta se ambienta en unos cuantos días a partir de la repentina muerte de Iósif Stalin ocurrida el 5 de marzo de 1953 y la instauración de un nuevo gobierno en el URSS. proceso que en la realidad tomo algunas semanas pero que en la película se reduce por cuestiones de narrativa.
Tomando algunos pasajes conocidos, como el “Complot de los Médicos” Ianucci crea una sátira hilarante en donde presenta a los altos mandos del partido socialista como un grupo de hombres cuyo único interés era permanecer vivos y mantener su posición de privilegio, cuidándose las espaldas unos de los otros.
Precisamente esta caricaturización de figuras históricas, provoco un fuerte rechazo a la cinta por parte de políticos e intelectuales rusos, lo cual no puede ser mas irónico, ya que 100 años después de la Revolución, nuevamente existe un culto a la personalidad y renacen prácticas que se creían extintas.
Más allá de un velado ataque al gobierno de Putin, La muerte de Stalin presenta una despiadada burla al autoritarismo, lo miembros del politburó son unos cobardes que sólo atinan a aprobar cualquier cosa dicha por su líder, con las excepciones de Lavrenti Beria y de Nikita Khrushchev, interpretados por Simon Russell Beale y un espléndido Steve Buscemi, quienes se enfrentan no sólo en una batalla política sino en un duelo actoral y de comedia.
Una cadena de absurdos y sin sentidos se presentan a lo largo de la historia, siendo la única voz sensata la de Svetlana, la única hija del fallecido líder, quien entre risa y desesperación sólo señala la estulticia de quienes se disputan el poder dejado por su padre y el caos subsecuente.
Con muchas licencias, la película camina la delgada linea entre lo cómico y lo grotesco, haciendo que el espectador se debata entre la risa ante lo que se ve y el terror ante lo que se insinúa. Es importante la escena con la cual abre la película, el famoso concierto para piano No. 23 de Mozart, a cargo de la solista Mariya Yúdina (Olga Kirilenko) en el cual se retrata el poder y el pánico absoluto hacia la figura del líder, la cual genera toda clase de actuaciones humillantes y ridículas.
Cabe resaltar que La Muerte de Stalin esta basada en el cómic (novela gráfica) de los franceses Rabien Nury (Erase una vez en Francia) y Thierry Robin (El pequeño Santa Claus), publicado en español por Norma Editorial, de la cual toman la estructura de la historia pero no el tono, siendo el comic más un ejercicio de ficción histórica.
Totalmente recomendable para los aficionados a la buena comedia y sobre todo para quienes buscan alternativas en la salas de cine. A ver sin falta, ya que es probable que dure poco tiempo en cartelera.
Calificación: 10/10
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