Churchill
Por OscarFernando
Dirigida
por Jonathan Teplitzky
Con
Brian Cox, Miranda Richardson, John Slattery, James Purefoy, Julian Wadham,
Danny Webb, Richard Durden y Ella Purnell
Un mes antes del Día D, que determinara el curso de la Segunda Guerra
Mundial, el Primer Ministro del Reino Unido, Winston Churchill, se
encuentra con la reticencia de los altos mandos militares norteamericanos
encabezados por el general Eisenhower, e incluso del propio Rey, quienes
parecen subestimar su experiencia previa durante la Gran Guerra y sus reservas
sobre la acción militar que será desplegada.
A manera de retrato intimista, se plantea esta sencilla película europea,
con una estupenda actuación del veterano Brian Cox, Miranda
Richardson como su esposa y un reparto bien aprovechado como James
Purefoy como el Rey Jorge VI, “Bertie”, que le decían en
aquella época, afrontando la incertidumbre de la Guerra en una Inglaterra que
fue de los bastiones que mejor soportó los embates del implacable ejercito
alemán, debido a que someter a la isla era una posición estratégica, pero
gracias al carácter del Primer Ministro pudo resistirlo sin desmoralizarse.
La película es severa hacia la figura de Churchill, quien es puesto
como un señor mayor, bastante terco y casado con sus ideas, pero a la vez muy consciente
pues sólo deseaba salvar la mayor cantidad posible de vidas tras haber
experimentado en carne propia los horrores de la Primera Guerra Mundial.
La película no tiene ningún gran despliegue técnico, todo está realizado
con un bajo presupuesto, y en realidad lo más costoso debe haber sido la
recreación de vestuarios de la época, la caracterización y los vehículos, pues
todo se desarrolla en escenarios pequeños y en planos de Inglaterra,
centrándose especialmente en la extraña personalidad de Churchill, quien
pese a sus excentricidades, más propias de su edad que a un carácter inusual,
sacó adelante a su Imperio, dando ánimos al pueblo británico en un momento
decisivo tras acordar acciones militares conjuntas con los Aliados, que no fueron
otra cosa que una idea esencialmente suya, y la búsqueda que realizaba de
terminar de una vez por todas con la Guerra.
Del tal modo, el filme se va a un momento crucial de la guerra, la
desconfianza que el Primer Ministro tenía del Día D, una acción mucho muy
riesgosa que, de haber salido mal para los Aliados, hubiera tenido
consecuencias muy distintas a las bien conocidas en que se empezó a replegar al
atemorizante poderío Nazi.
Sin embargo, a manera de la película alemana El hundimiento de Oliver Hirschbiegel en 2004, que
mostrara el lado humano del mismísimo Hitler, el filme se da tiempo para
mostrar que, con independencia de los descuidos hacia su matrimonio, su
desesperación hacia sus subordinados y su cerrazón debido a que con su figura se
terminaba la muy conservadora época victoriana de la Gran Bretaña, el Primer
Ministro era alguien también gentil y comprensivo, con una gran interpretación
de Brian Cox.
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